Salma Hayek no está muy entusiasmada sobre la profesión que quiere ejercer su hija Valentina Paloma. Mira las declaraciones de la actriz.
Salma Hayek no está muy feliz con la carrera que le apasiona a su hija Valentina Paloma. A sus 15 años, la hija de la famosa actriz mexicana dice que quiere debutar en la actuación y luego ser directora. Al parecer la estrella de películas como Frida, Eternals y Desperado no quiere que la adolescente siga sus pasos en el cine, reporta Univision.
“Quiero cosas distintas, pero casi siempre me muevo entre 4, me gustaría ser actriz y después directora porque eso es lo que tiene sentido en mi cabeza. Además, creo que debe ser más complicado ser director si no tienes experiencia del otro lado de la pantalla, eso podría ayudar a dirigir”, dijo Valentina a Vogue México cuando adornó la portada de la revista con su madre.
“Cuando actúas muy joven pierdes el anonimato”, dijo Hayek. “Creo que a nivel general lo mejor es tener y mantener una estrategia de vida que te permita poseer una faceta artística, una profesional y otra como mujer. No me encanta la idea de que mi hija sea actriz tan chica, pero si esa es su decisión, adelante”.
Valentina, quien es hija del multimillonario empresario francés François-Henri Pinault, conoce de cerca la fama. Desde niña ha sido fotografiada junto a sus padres y los ha acompañado a múltiples alfombras rojas y eventos.
“Para ella, el hecho de que yo sea una figura pública, me recuerda que no tiene que significar que ella, su vida, lo que le gusta, cómo es, tenga que ser [público]”, dijo Hayek a People en Español sobre la adolescente el año pasado. “Por eso no hay muchas fotos de ella actuales”, agrega hablando de sus redes sociales, en las que acumula millones de seguidores.
Estar presente en la vida de Valentina es una prioridad para Salma Hayek. “Es maravillosa y la aventura de descubrir su evolución y como la cabeza se le mueve —y como se va transformando y creciendo y evolucionando— ha sido fascinante”, dijo a People en Español sobre su hija. “Trato de ser muy respetuosa, no solo de su privacidad, sino de quien es ella y en quien se transforma, y no ser una persona que le tiene que estar diciendo todo el tiempo: ‘Tienes que ser así’. Si no darle el espacio para que descubra quién es ella sin mis prejuicios, sin mis expectativas. Guiarla, pero al mismo tiempo no imponerle una imagen de quien yo quisiera que ella fuera”.