“Una decisión conmovedora de Carlos Slim”
Durante un viaje de trabajo de regreso a su tierra natal, Carlos Slim decidió visitar la escuela donde pasó parte de su infancia. Aquella escuela que, pese a ser modesta, le dejó recuerdos imborrables. Al entrar, una figura familiar le hizo detenerse en seco: era su viejo amigo de la infancia, el mismo que había estado con él en los momentos más duros, quien hoy, a sus 80 años, trabajaba como guardia en esa misma escuela para mantener a su familia.
Aunque los años habían pasado, la mirada noble y el espíritu inquebrantable seguían ahí. Este hombre no solo fue su compañero, sino también quien, en silencio, lo animó a no rendirse cuando los tiempos eran difíciles.
Carlos sintió un nudo en la garganta. Se acercó, lo abrazó con fuerza y le dijo:
— “Gracias por no dejarme caer cuando más lo necesitaba. Lo poco que soy, te lo debo en gran parte a ti.”
El viejo amigo, con ojos llenos de lágrimas, le respondió:
— “Lo que eres hoy no me sorprende. Siempre supe que llegarías lejos.”
Conmovido por las palabras y la situación, Carlos Slim decidió hacer algo que nadie esperaba. No solo le ofreció una jubilación digna y cómoda, sino que además donó una fuerte suma para renovar completamente las áreas verdes y los espacios comunes de la escuela. Mandó instalar bancas nuevas, sembrar árboles, construir un pequeño parque y pintar murales llenos de vida y color, en honor a los maestros que marcan corazones, no solo cuadernos.
La noticia corrió por toda la escuela. Alumnos, maestros y vecinos no podían creer el gesto. Aquella institución, olvidada por muchos, volvió a llenarse de esperanza. Pero más allá de la infraestructura, lo que Carlos dejó fue una lección: nunca olvides a quien te tendió la mano cuando más lo necesitaste.