Rafael Nadal, uno de los mejores tenistas de todos los tiempos, salía del estadio después de un partido agotador. Estaba cansado pero lleno de energía, ansioso por saludar a sus fans y familiares.
Mientras caminaba entre la multitud, vio un rostro familiar. Era Juan, un viejo amigo de la infancia que solía trabajar como guardia de seguridad en el club de tenis. Juan había envejecido y se veía mucho mayor desde la última vez que Rafael lo vio. Llevaba un uniforme de guardia de seguridad viejo y parecía cansado.
Rafael se detuvo y saludó a Juan. Juan estaba encantado de ver a Rafael y le contó sobre su vida. Dijo que todavía trabajaba como guardia de seguridad en el club de tenis y que su vida no había cambiado mucho desde que Rafael se fue. Seguía viviendo en su pequeño apartamento y haciendo su trabajo.
Rafael se sintió culpable por no haberse mantenido en contacto con Juan durante tantos años. Le dijo a Juan que lo llamaría y lo invitaría a tomar un café. Juan se sintió conmovido y le agradeció a Rafael su amabilidad.
Rafael y Juan hablaron un rato más antes de que Rafael tuviera que irse. Rafael prometió llamar a Juan y cumplió su promesa. Juan le agradeció a Rafael y se despidió.
Antes de irse, Rafael sacó un cheque y escribió una gran suma de dinero: 1 millón de dólares. Le entregó el cheque a Juan y le dijo: “Juan, este es un pequeño regalo mío. Sé que tu vida no ha sido fácil. Espero que este regalo te ayude a tener una vida mejor”.
Juan estaba sorprendido y conmovido. No sabía qué decir. Solo pudo agradecerle a Rafael y decirle que nunca olvidaría su amabilidad. “¿Un millón de dólares? Rafael, ¿estás… estás seguro?”, tartamudeó Juan, con los ojos muy abiertos sin poder creer lo que acababa de oír.
Rafael sonrió y dijo: “Por supuesto, Juan. Eres un buen amigo. Me alegro de poder ayudarte”.
Rafael se fue, dejando a Juan con el corazón lleno de felicidad y gratitud. Juan sabía que su vida cambiaría a partir de ahora. Nunca más tendría que preocuparse por el dinero. Podría vivir una vida cómoda y feliz. Podría comprar una casa nueva, iniciar un negocio o viajar por el mundo. También podría ayudar a su familia y amigos.
Juan sabía que nunca olvidaría la amabilidad de Rafael. Siempre le estaría agradecido a Rafael por cambiar su vida.