El serbio supera a Ugo Carabelli y avanza a octavos sin Medvedev o Alcaraz en el horizonte. Ya es el tenista con más victorias (411) en Masters 1.000.
CRISTOBAL HERRERA-ULASHKEVICHEFE
Tras un día de peloteos con Robert F. Kennedy Jr., actual secretario de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos y sobrino de John F. Kennedy, y unas partidas al parchís con su equipo, con Andy Murray al frente, este domingo, Novak Djokovic (5º del mundo y 37 años) accedió a los octavos de final del Masters 1.000 de Miami. El serbio, con altibajos (6-1 y 7-6(1) en 1h47), superó al argentino Camilo Ugo Carabelli (65º y 25) para coger la autopista en un lado del cuadro desdibujado, en el que ya no aparece, entre otros, Carlos Alcaraz. En octavos, se medirá con el italiano Lorenzo Musetti (16º y 23), que se impuso al canadiense Felix Auger-Aliassime (4-6, 6-2 y 6-3 en 2h26). Y lo hará como el jugador con más victorias de la historia en Masters 1.000, una categoría en la que también es el tenista con más títulos (40), finales (59) y semifinales (78). Contra Rinky Hijikata, igualó a Rafa Nadal, con 410 triunfos. Dos días después, le superó (411).
Con problemas para volver a sus mejores tiempos, algo que él mismo reconoce, Djokovic puede ver una buena oportunidad en Miami para perseguir más hitos. En concreto, uno que, desde que lo tiene a tiro, se le está complicando sobremanera. Con 99 títulos, quiere la centena. El último lo consiguió en los Juegos Olímpicos de París, con un oro del que ya hace medio año. En el circuito ATP, no levanta ningún trofeo desde las ATP Finals de 2023. Leerlo se hace raro y, en Florida, quiere poner fin a la sequía en un cuadro dinamitado, en el que ya han caído un buen puñado de cabezas de serie. Sin ir más lejos, ya no queda en pie ninguno de los semifinalistas de Indian Wells (Jack Draper, Holger Rune, Daniil Medvedev y Carlos Alcaraz). En cuartos, se podría haber medido con Medvedev o con un Stefanos Tsitsipas que, este domingo, cayó contra el estadounidense Sebastian Korda (7-6 y 6-3). En semifinales, con Alcaraz. Sin ellos, la vida se ve más sencilla.
Con la intención de aprovecharlo, Djokovic pisó el acelerador contra Carabelli. Como se anticipaba, no necesitó sacar su mejor tenis (se desconoce si podría acudir a él en caso de urgencia). El argentino, que nunca ha sido capaz de ganar a un top-20 a lo largo de su carrera (ahora, acumula cinco derrotas) y procedía de la previa como lucky loser, se pudo ver superado por el escenario. Pese a que empezó el año con un notable papel en la gira sudamericana de tierra (semifinales en Río de Janeiro y cuartos en Chile), su carrera aún ha transitado, mayormente, en el circuito Challenger, en el que tiene ocho títulos. Nole huele el miedo. Y lo castigó en un primer set en el que su rival sólo le pudo plantar cara en el quinto juego, en el que forzó tres veces el deuce para intentar recuperar un break que encajó demasiado temprano. Tras el esfuerzo, sin embargo, Novak volvió a romper para amarrar la manga. Así es el balcánico.
El segundo set tuvo más picante. Djokovic se volvió a adelantar temprano (2-1), pero Carabelli se recuperó de inmediato (2-2). Con aún menos cosas que perder, el argentino se soltó y optó por lanzar un arsenal de dejadas que llevaron a Nole a forzar un poco más la maquinaria. Para conseguir el tercer juego, por ejemplo, el serbio tuvo que correr hacia adelante y hacia atrás varias veces, culminando uno de los mejores puntos del partido y pidiendo ruido al público. Tras el séptimo, resbaló al intentar salir a por otro golpe de muñeca y tuvo que pedir asistencia médica por una pequeña herida en el dedo índice de su mano derecha. No le afectó. No pudo ‘rematar’ la faena en el noveno juego, en el que desaprovechó dos bolas de rotura, pero sí lo hizo en un desempate final marca de la casa. “Es un honor haber batido otro récord (por el de Nadal). Siempre hay algo en juego y por supuesto que me motiva a hacerlo bien en los torneos”, celebró tras la victoria. El chacal, con sus más y sus menos, asoma y tiene el camino bastante despejado.