Tras los vetos de varios Estados y después de que un concierto de Luis R. Conríquez acabara en batalla campal el viernes, la presidenta pide mesura. “Queremos que poco a poco [los corridos] dejen estos temas”, ha dicho
La Feria del Caballo de Texcoco se convirtió el viernes en el inesperado frente de la última guerra cultural del país. El cantante Luis R. Conríquez se negó a interpretar alguna de sus canciones más famosas, corridos que hablan sobre, y en ocasiones ensalzan, las vidas de figuras de carne y hueso del mundo del narcotráfico. El músico, que se autocensuró por la amenaza del Gobierno del Estado de México de perseguir penalmente los narcocorridos, abandonó el escenario entre abucheos e insultos que precedieron a una bronca con botellas de cerveza y sillas al vuelo, instrumentos usados como arma y el recinto arrasado. Tal fue la dimensión de la pelea y del debate que la presidenta de la República, Claudia Sheinbaum, ha salido al paso este lunes en su conferencia diaria de prensa, la Mañanera, para asegurar que el camino no es la prohibición, sino la concienciación.
“No prohibimos un género musical, eso sería absurdo. Lo que estamos planteando es que las letras no hagan apología de las drogas, de la violencia, de la violencia contra las mujeres o de ver a una mujer como un objeto sexual. Todo esto es parte de que queremos que se haga una conciencia social en nuestro país y que poco a poco deje de construirse los corridos, los corridos tumbados, las bandas, etc. vinculados con estos temas”, ha respondido Sheinbaum a la pregunta de una periodista sobre Texcoco. Los corridos tumbados han revuelto México, considerados por una parte de la población como una apología de los carteles y los grupos criminales que han sembrado el país de cadáveres y desaparecidos; por otra, como la respuesta cultural de las nuevas generaciones a dos décadas de guerra contra el narco.
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La violenta reacción del público de Luis R. Conríquez tras negarse a cantar narcocorridos
El escenario destruido por el público durante el concierto de Luiz R. Conríquez tras negarse a cantar narcocorridos, en abril de 2025 en Texcoco, Estado de México.Foto: RR SS | Vídeo: RR SS
El debate sobre los narcocorridos y los corridos tumbados, presente desde hace años con mayor o menor intensidad, se disparó a finales de marzo cuando el grupo Los Alegres del Barranco, durante un concierto en una sala de la Universidad de Guadalajara, mostró imágenes del líder del Cartel Jalisco Nueva Generación (CJNG), Nemesio Oseguera Cervantes, alias El Mencho, mientras interpretaba una canción que ensalza al sanguinario capo. Apenas unas semanas antes, México había descubierto el horror del rancho Izaguirre en Teuchitlán, en el que el CJNG secuestraba, torturaba y asesinaba personas, de las que solo se encontró ropa abandonada y fragmentos de huesos, en un pueblo a poco más de una hora de Guadalajara. El país, todavía conmocionado por el macabro hallazgo, se indignó con el homenaje a los verdugos. Estados Unidos anunció que retiraba las visas de los integrantes del grupo. El corrido sobre El Mencho alcanzó el número uno en la lista de la prestigiosa lista Billboard.
Tras el veto estadounidense, otros Estados mexicanos siguieron su estela. El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus, prohibió cualquier presentación pública que haga apología del narco. Nayarit, Guanajuato, Sinaloa, Chihuahua, Quintana Roo o el propio Estado de México tomaron medidas similares. Las polémicas decisiones han generado un acalorado debate sobre la libertad de expresión y los límites de la censura estatal que vivieron su punto de máxima tensión este fin de semana en la Feria del Caballo. “En el caso de Texcoco obviamente condenar lo que ocurrió, esta violencia que se generó después de que un grupo se negó a cantar una serie de corridos”, ha señalado Sheinbaum.
Una ilustración del ‘Mencho’ proyectada durante un concierto de la banda sinaloense ‘Los Alegres del Barranco’ en el auditorio de la UdeG, en Guadalajara.CORTESÍA
La presidenta ha defendido que no se ha prohibido la música, aunque en algunos Estados como Nayarit sí haya sido así y los corridos tumbados no pueden interpretarse en eventos masivos, ya sean públicos o privados. ”Nosotros creemos que se tiene que ir construyendo en la sociedad una negativa a los contenidos que hacen apología de la violencia o de las drogas o de la misoginia. A veces cuando se prohíbe, sin que haya un proceso, igual se siguen cantando, o no se entiende por qué se prohibió, entonces nuestra posición personal más allá de lo que haga cada municipio o cada Estado de la República es ir construyendo este consenso social de que no se debe hacer apología de la violencia”, ha añadido Sheinbaum.
La mandataria ha ampliado el foco: no solo sobre la música, también las series de televisión o “todo lo que se ha construido a partir de la apología del narcotráfico, como si acercarse a un grupo delictivo de la delincuencia organizada fuera una opción de vida para los jóvenes”. Sheinbaum también ha celebrado que, a pesar de la violencia en Texcoco o de los vetos, las últimas semanas han reabierto un debate que enriquece a México: “Más allá de condenar el hecho, lo cierto es que se abre una buena discusión en el país, se discute esto que antes no se discutía, no se ponía sobre la mesa, era algo normalizado”. En el lado de los músicos, dos frentes se abren: las bandas que se desmarcan de los corridos ya sea por convicción o por obligación, como Grupo Firme o Luis R. Conríquez, y los que permanecen callados, como los principales exponentes del género, temerosos de perder también sus visados estadounidenses, mercado clave.